27 febrero 2008

Pozos de ambición / Sweeney Todd

He dejado pasar unos días para procesar las dos últimas películas que he visto. Se trata de "Pozos de ambición" (Paul Thomas Anderson) y "Sweeney Todd" (Tim Burton). Las ví casi consecutivamente, con apenas 12 horas de diferencia.

Aunque la de Burton me saturó un poquito, he de reconocer que se trata posiblemente de una de sus mejores películas (junto a Ed Wood, Eduardo Manostijeras y Sleepy Hollow). El musical de Sondheim ya de por sí es difícil de escuchar, incluso para un amante de los musicales, como es mi caso. Pero Tim Burton lo acopla con maestría a su mundo, la lleva a su terreno (no puedo imaginarme a otro director adaptando este musical), utilizando todos los recursos burtonianos que nos han fascinado desde su cortometraje "Vincent". En definitiva, se trata de una película desmesurada, en el buen sentido de la palabra, que hará las delicias de los fans del cine de Burton sin complejos hacia el cine musical.


En el caso de “Pozos de ambición”, al salir del cine tuve la sensación de que había visto posiblemente la mejor película del año. Esta sensación aún no se si se irá diluyendo con el tiempo, pero creo que la película de Paul Thomas Anderson es de las que dejan huella. Soy fan acérrimo de “Magnolia”, y la considero una de las últimas obras maestras del siglo XX. En el caso de “Punch drunk love”, su siguiente filme, me divirtió, pero no me pareció que estuviera a la altura de su anterior y colosal obra coral. En cambio, “Pozos de ambición” me confirma a Paul Thomas Anderson como uno de los nuevos grandes directores americanos. Con esta última película le coge el pulso a John Ford y demuestra que sabe hacer cine, y del bueno. Todo la película gira en torno a un personaje, ¡pero que personaje! (Daniel Day Lewis, inconmensurable). Daniel Plainwiew, un visionario extractor de petróleo, que de la mano de su hijo recorre el sur de California en busca del codiciado oro negro. “Pozos de ambición” habla de la corrupción del poder, de la fe, de la familia y sobretodo de la ambición humana. Mi único “pero” son los últimos diez minutos de metraje, en los que da la sensación de que al director (y al actor) se les ha ido un poco de la mano la historia, sobretodo en el tono (en cualquier caso tengo la sensación de que antes faltan al menos veinte minutos de metraje y que tendremos que esperar un futuro director’s cut). En cualquier caso y exceptuando la salida de tono de los últimos minutos, nos encontramos ante una joya del cine, que posiblemente con los años se convertirá en una obra de culto. Tiempo al tiempo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gran peli pozos. Ya clasico.
Saludos