Un amigo mío me recordó recientemente una cita que pronunció François Truffaut sobre el arte de hacer películas. Decía algo así como que las películas, por encima de todo, tienen que ser sinceras. Una sinceridad que debe transmutarse en lo que el director quiere contar, y sobre todo en como contarlo. En definitiva, el director tiene que creerse la historia, vivir apasionadamente cada proceso de la creación cinematográfica, y sobre todo ser humilde en su propuesta. Evitar lo artificioso. Hace poco pude ver un premontaje del nuevo cortometraje escrito y dirigido por Arturo Ruiz, titulado "Paseo" (para quienes aún no lo sepan, Arturo es el guionista y co-productor de mis últimos tres cortometrajes). Aunque el corto está aún en fase de post-producción, creo que estamos ante uno de los mejores cortometrajes de los últimos años. Arturo ha tejido una historia muy suya, con un concepto de corto sencillo (tres actores, una localización). "Paseo" habla sobre las relaciones humanas, cuando precisamente en situaciones extremas afloran sentimientos fraternales y solidarios. Y Arturo Ruiz ha hecho una película sincera. Contada desde las entrañas, aportando su visión personal, pero sin ningún tipo de adornos superficiales. Cuando en el panorama del corto español (y también del largo) vemos constantemente a realizadores que se refugian en las atmósferas fotográficas, en el montaje, en los efectos surround y onanismos varios para adornar sus frágiles historias, Arturo se desmarca con un corto clásico, de actores, y sobre todo con una buena historia. Desde mi humilde punto de vista, eso amigos, es cine. Lo demás, puro artificio.
Fotograma de "Paseo"
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