Los que me conocen lo saben: mi infancia transcurrió en la oscuridad de una sala de cine. Posiblemente mi carácter soñador se vió enormemente influenciado por esas dobles sesiones de principios de los años ochenta. De esas películas palomiteras, evasivas, y con el sello característico de un señor con barba y gafas redondas que adoré durante varias décadas. Se llamaba Steven Spielberg, y su nombre se convirtió en un sello de fábrica. En una marca en la que los niños (raritos) de mi generación seguimos con absoluta pasión. De esa fábrica surgieron títulos cómo "Los Goonies", "Gremlins", "Regreso al futuro" o "E.T.". A mi personalmente fueron dos títulos los que me abducieron de tal modo, que mirándolo ahora con perspectiva, fueron los verdaderos causantes de que me dedicara a esto del cine: "Encuentros en la tercera fase" y "En busca del arca perdida". Curiosamente los dos firmados también por el señor Spielberg. Ahora, treinta años más tarde, ha sido un director cómo JJ Abrams (autor de "Perdidos" o la última de "Star Trek"), el que se ha decidido a homenajear a aquellos títulos, probablemente motivado por las mismas razones que acabo de exponer. Él también fue un niño rarito. No quiero engañaros. "Super 8" es una película de los ochenta, rodada en 2010. Podría perfectamente haberse hecho en aquella época, y no hubiera desentonado. Aunque el guión no sea nada del otro mundo, aunque la última media hora flojee un poco, yo hoy he vuelto a ser aquel niño de 10 años. Pocas veces quiero volver a ver una película. Ahora espero ansioso la salida en dvd de "Super 8", para poderla disfrutar en versión original (maldito doblaje). "Super 8" es el homenaje a una generación que, al igual que el grupo de niños protagonistas del film, aspiraban a ser cineastas. Es el sentido homenaje de alguien que sabe muy bien lo que sentimos todos los que siempre quisimos ser un "Goonie".
