Posiblemente esta película es una de las rarezas del año, y ya sólo por eso merece la pena su visionado. Detrás de una aparente comedia algo absurda (aunque la película contiene pasajes realmente serios y dramáticos), nos encontramos ante una película que habla sobre la redención y el sentimiento de culpa. Colin Farrell y Breendan Gleeson, dos de los más destacados actores irlandeses, nos brindan unas interpretaciones extraordinarias. Os la recomiendo.
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